viernes, 11 de enero de 2008

La teoría de la Alienación



La teoría de la Alienación; la deuda de Marx con Hegel
Raya Dunayevskaya


El tópico de “la deuda de Marx con Hegel” no es ni puramente académico, ni pertenece solamente al periodo histórico de la vida de Marx. De la revuelta húngara a las revoluciones africanas, del manifestante estudiantil en Japón a la revolución negra en los EE.UU., la lucha por la libertad ha transformado la realidad y ha jalado la dialéctica hegeliana desde los salones académicos y los libros de filosofía al escenario vivo de la historia.

Es cierto que esta transformación de Hegel en contemporáneo ha sido vía Marx. Sin embargo, no es accidental que el ataque del comunismo ruso a Marx haya sido vía Hegel. Es porque reconocen en el llamado místico Absoluto, la negación de la negación, la revolución contra ellos mismos, que Hegel se mantiene tan vivo y preocupante para los gobernantes rusos hoy en día. Desde 1947, en que Zhdanov exigió que los filósofos rusos encontraran nada menos que “una nueva ley dialéctica”, o más bien, que declaran la “crítica y auto crítica” como esa supuesta nueva ley de la dialéctica para sustituir la ley Hegeliana y objetiva del desarrollo a través de las contradicciones, hasta el 21° Congreso del Partido Comunista Ruso donde las sesiones filosóficas especiales declararon que Krushchev era el “verdadero humanista”, los ataques al joven Marx y al místico Hegel han sido continuos. Esto alcanzó un clímax en los ataques de 1955 contra los ensayos tempranos de Marx en teoría. En realidad tuvo lugar junto con el acuerdo chino-soviético para sofocar la revolución húngara.

Una cosa esos intelectuales burócratas sintieron correctamente: El concepto de Hegel del Absoluto y la lucha internacional por la libertad no están tan alejados como puede parecer en la superficie.

I. El Ideal y lo Real nunca están muy lejos.
Esto es lo que Marx ganó de Hegel. Esto es lo que permitió al joven Marx, una vez que rompió con la sociedad burguesa, romper también con los comunistas vulgares de su época quienes pensaban que una negación – la abolición de la propiedad privada – permitiría poner fin a todos los males de la vieja sociedad y ser la nueva sociedad comunal.

Marx insistió en lo que es central para la filosofía hegeliana, la teoría de la alienación, de la cual concluyó que la alienación de la sociedad no termina con la abolición de la propiedad privada - A MENOS que lo que es más alienado de todo en la sociedad burguesa, la alienación del trabajo del hombre de la actividad de auto desarrollo en un apéndice de una maquina, sea abolida. En lugar de la alienación del trabajo, Marx pone, no una nueva forma de propiedad, sino “el total y libre desarrollo del individuo”.
La pluri-dimensión en Hegel, su presunción de las capacidades infinitas del hombre para comprender el “Absoluto”, no como algo aislado en el cielo, sino como una dimensión del ser humano, revela que gran distancia ha viajado la humanidad desde los Absolutos de Aristóteles.
Debido a que Aristóteles vivió en una sociedad basada en la esclavitud, sus Absolutos terminaban en “Forma Pura”, la mente del hombre encontraría la mente de Dios y contemplaría lo maravilloso que son las cosas.

Debido a que los Absolutos de Hegel surgieron de la Revolución Francesa que puso fin a la servidumbre, los Absolutos de Hegel respiraron el aire, el temprano aire de la libertad. Incluso cuando uno le Mente Absoluta como Dios, no puede escapar a la temprana unidad de la teoría y la práctica y entender la Realidad Absoluta como el logro del hombre de la libertad total, interior y exterior y temporal. El siervo, habiendo adquirido, por medio de su trabajo, como lo plantea Hegel, “una mente propia”, pasa a ser parte de la lucha entre “conciencia-en-si misma” y “conciencia-para-si misma”. O, indicado de manera más popular, la lucha contra la alienación se transforma en la consecución de la libertad.

En los Absolutos de Hegel están imbuidos, aunque de forma abstracta, todo el desarrollo de lo que Marx habría llamado el individuo social, y que Hegel llamó “individualidad purificada de todo lo que interfiere con su universalismo”, i.e., la libertad misma.

La Libertad para Hegel, no era solo su punto de partida. Era su punto de retorno. Esto es lo que lo hace tan contemporáneo. Este fue el punto no solamente a Marx sino al presente, y fue construido por el mismo Hegel.

Como descubriría Lenin cuando volvió a los fundamentos filosóficos Marcianos en Hegel durante la Primera Guerra Mundial, el espíritu revolucionario de a dialéctica no fue sobre-impuesto sobre Hegel por Marx; está en Hegel.




II. La crítica de Marx a, y la deuda con, la dialéctica Hegeliana.

Los comunistas no son los únicos que tratan de borrar como por arte de magia la integridad de la filosofía marciana y hegeliana. Los academistas también piensan que Marx es una progenie tan extraña que ha transformado la dialéctica hegeliana hasta un punto de no-reconocimiento, si no derechamente de perversión. Si llegará a nosotros, al final de la discusión, lo que Herman  Melville llamó “la conmoción del reconocimiento” todavía está por verse, pero es claramente discernible en Marx.

El desarrollo intelectual de Marx revela dos etapas básicas de interiorizar y de trascender a Hegel. La primera tuvo lugar durante el periodo de su ruptura con los Jóvenes Hegelianos, y lanzo contra ellos la acusación de que estaban deshumanizando la Idea. Ese fue el periodo en que escribió tanto su Crítica de la filosofía hegeliana del Derecho, como la Crítica de la dialéctica hegeliana.

No había nada mecánico en la nueva perspectiva materialista de Marx. La existencia social determina la conciencia, pero no es una muralla enclaustrante que impide del uso de nuestros sentidos e incluso la visión de elementos de la nueva sociedad.

También en Hegel, no solo la continuidad como relación entre pasado y presente, sino como atracción ejercida por el futuro sobre el presente, y por el todo, incluso cuando este todavía no existe, sobre sus partes, es la fuente principal de la dialéctica.

Esto ayudó al joven Marx a dar fundamento una nueva etapa de la conciencia mundial del proletariado, viendo que el material de base no era lo que Marx llamaba “vulgar “ sino, por el contrario, liberó al sujeto en lucha por rehacer el mundo.

Marx no era alguien que olvidara sus deudas intelectuales ya sea con la economía política clásica o la filosofía. Aunque él había transformado las dos en una nueva perspectiva del mundo, enraizada solidamente en las luchas reales del día, las fuentes permanecieron siendo la ley del valor de Smith y Ricardo, y la dialéctica hegeliana. Por supuesto Marx criticó a Hegel agudamente por tratar la historia objetiva como si fuera el desarrollo de algún tipo de espíritu del mundo, y por analizar el auto- desarrollo de la mente como si las flotaran en algún lugar entre el cielo y la tierra, como si el cerebro no estuviera en la cabeza del cuerpo del hombre viviendo en un cierto medio ambiente y en un cierto periodo específico de la historia. De hecho el mismo Hegel sería incomprensible si no hubiera puesto en frente de nuestras mentes el periódico histórico específico en el cual vivió – el de la revolución francesa y Napoleón. Y, sin importar cuan abstracto sea el lenguaje, Hegel realmente tiene su dedo sobre el pulso de la historia humana.

La Crítica de la dialéctica hegeliana de Marx es al mismo tiempo una crítica de los críticos materialistas de Hegel, incluyendo a Feuerbach quien había tratado “la negación de la negación solo como la contradicción de la filosofía con si misma.”

Marx, por el contrario, revela que ese principio es la expresión del movimiento de la historia mismo, aunque en forma abstracta.

Marx había terminado, o más bien roto, su Crítica de la dialéctica hegeliana, tan pronto llegó a la Mente Absoluta. El redescubrimiento del Absoluto por Marx como producto del desarrollo concreto de la lucha de clases bajo el capitalismo, que separa el Absoluto en dos:

1. El ejercito de desempleados que Marx llama “la ley general absoluta” del desarrollo capitalista. Este era el elemento negativo que causaría su colapso.

2. “Las nuevas fuerzas y pasiones”, el elemento positivo en ese negativo, que hace a los trabajadores los “sepultureros” de la vieja sociedad, y los creadores de la nueva.

Es aquí – en la segunda etapa de la relación de Marx con la dialéctica hegeliana – que Marx trasciende completamente a Hegel. La escisión de la categoría filosófica del Absoluto en dos, como la división de la categoría económica del trabajo entre trabajo como actividad y fuerza de trabajo como mercancía, forjó nuevas armas de comprensión. Esto permitió a Marx dar un salto en el pensamiento para corresponder a lo nuevo, la actividad creativa de los trabajadores en el establecimiento de una sociedad sobre bases totalmente nuevas que permitirían, de una vez por todas, abolir la división entre trabajo mental y manual y desarrollar las potencialidades completas del hombre – una nueva dimensión verdaderamente humana.

III. La dimensión humana
Por supuesto es cierto que Hegel entendió todas las contradicciones solamente en el pensamiento mientras en la vida todas las contradicciones permanecían, se multiplicaban, se intensificaban. Por supuesto donde la lucha de clases no abolió las contradicciones, estas contradicciones llenaron no solamente la economía, sino a sus pensadores. Por supuesto, Marx escribió, que empezando con la primera crisis capitalistas, los ideologistas se volvieron “luchadores profesionales del capitalismo”.

Pero, en primer lugar, Marx no separó ideología y economía como si esta última fuera lo fundamental, y la primera solamente “espectáculo”. Marx sostiene que los dos son tan reales como la vida. A través de su gran obra teórica, El Capital, Marx castiga “el fetichismo de las mercancías” no solamente porque la relación del hombre en la producción aparece como “cosas”, sino especialmente porque las relaciones humanas bajo el capitalismo son tan perversas que son una no presencia; esto es lo que en realidad son: La maquina es el amo del hombre; no el hombre de la maquina.

El principal punto de Marx era que la fuerza motriz de la dialéctica era el hombre mismo, no solo su pensamiento, sino la totalidad del hombre, empezando con el hombre alienado en el lugar de producción; y que, mientras los ideologistas, debido a su lugar en la producción tienen una falsa conciencia debido a que tienen que defender el status quo y porque son “prisioneros del fetichismo de las mercancías”, el proletariado debido a su lugar en la producción es el principio negativo que conduce hacia la resolución de las contradicciones.

En la Historia de la Filosofía Hegel había escrito “No es tanto a partir de cómo a través de la esclavitud que el hombre adquiere libertad”. Nuevamente vemos que la “Praxis” no fue un descubrimiento de Marx, sino de Hegel. Lo que Marx hizo fue designar la práctica como la, lucha de clases, actividad del proletariado. En la teoría de Hegel, también, la praxis está en un lugar superior que el “Ideal de Cognición” porque tiene “no solo la dignidad del universal sino que es simplemente real.”

Es cierto que el mismo Hegel lanzó un velo místico sobre su filosofía al tratarla como un sistema ontológico cerrado. Pero sería una lectura completamente errada de la filosofía de Hegel si pensaramos que su Absoluto es un mero reflejo de la separación entre el filosofo y el mundo de la producción material, o que su Absoluto es el absoluto vacio de intuición pura o intelectual de los idealistas subjetivos desde Fichte pasando por Jacobi a Schelling, cuya especie de unidad desnuda de sujeto y objeto – como lo ha expresado tan brillantemente el profesor Bailie – “poseía objetividad al precio de ser inarticulada”.

Ya sea si, como con Hegel, el Cristianismo es tomado como el punto de partida, o si – como con Marx – el punto de partida es la condición material para la libertad creada por la Revolución Industrial, el elemento esencial es auto evidente: el hombre tienen que luchar para ganar la libertad; de ese modo es revelado “el carácter negativo” de la sociedad moderna.

Ahora, el principio de negatividad no fue descubrimiento de Marx; el simplemente lo bautizó “el trabajador viviente”; el descubrimiento del principio fue de Hegel. Al final, el Espíritu mismo encuentra que ya no es antagonista con el mundo, sino el espíritu residente al interior de la comunidad. Como lo planteó Hegel en sus primeros escritos, “La moralidad total absoluta no es nada más que un pueblo… (y) el pueblo que recibe un elemento así como un principio natural tiene la misión de aplicarlo.”

El humanismo de Hegel puede no ser la característica más obvia de esta filosofía tan compleja, y, en parte, permaneció oculto incluso de Marx, aunque Lenin en su momento lo comprendió incluso en la simple descripción de la Doctrina de la Noción “como el reino de la Subjetividad O libertad.” O el hombre alcanzando la libertad no como una “posesión” sino una dimensión de su ser.

A esta dimensión de la personalidad humana que Marx vio en las luchas históricas del proletariado que pondrían, de una vez para todas, fin a todas las divisiones de clases y abrirían las vastas potencialidades del ser humanos tan alienadas en las sociedades de clase, tan degradadas por la división de trabajo mental y manual que no solo hace al trabajador un apéndice de la maquina, sino que el científico construye sobre un principio que llevaría a la sociedad al borde del abismo.

Cien años antes de Hiroshima, Marx escribió: “Tener una base para la ciencia y otra para la vida es a priori una mentira.” Hemos vivido esta mentira por tanto tiempo que el destino de la civilización, no puramente retórico, sino literalmente, esta en la orbita de un ICBM [1]nuclear.  Desde que la supervivencia misma de la humanidad cuelga del balance entre el terror nuclear del Este y el Oeste, esta vez debemos, bajo pena de muerte, unir teoría y práctica en la lucha por la libertad., aboliendo de este modo la división entre filosofía y realidad y dando oído a la “realización” de la filosofía, i.e. hacer la libertad una realidad.

[1] Misil balístico intercontinental [n.del T.]
Fuente: The Free Speech Movement and the Negro Revolution, Mario Savio, Eugene Walker, Raya Dunayevskaya. Appendix II;
Traducido por Patricio Guzmán.

Nota del editor: Esta es la conferencia solicitada más frecuentemente por estudiantes y trabajadores de los Derechos Civiles.